Les nostres recomanacions i propostes

Tras hacerse manifiesta la auto-aniquilación de la humanidad a partir del alcance de la guerra, la expansión del fascismo y de la monstruosa irrupción de los campos de concentración –mediando en ella el desenfrenado progreso de la Técnica y de la maquinaria capitalista–, resulta difícil negar un hecho desalentador: la consumación de la barbarie sobre cualquier pulsión emancipadora. Desde la huella de la desazón que traza esta idea tras de sí es donde resuena la «voz de la contradicción» de Theodor W. Adorno: «nada hay ya de belleza ni de consuelo salvo para la mirada que, dirigiéndose al horror, lo afronta y, en la conciencia no atenuada de la negatividad, afirma la posibilidad de lo mejor».

Las sombras y luces que desprende esta sentencia ilustra efectivamente cómo se presenta el pensamiento adorniano en la profunda investigación que Jordi Maiso articula en este libro. Frente a los manidos tópicos que tachan la producción teórica del filósofo como un «callejón sin salida» que deviene impotente frente a aquello que denuncia, el autor nos muestra a un filósofo que no claudica en la transformación sobre esta «sucesión de catástrofes» que constituye el orden existente. Maiso aborda aquí la teoría crítica de Adorno como un pensamiento capaz de articular el análisis sobre las crecientes formas totalizadoras del capitalismo y de la histórica derrota –que no definitiva– de la emancipación bajo la barbarie con la atención hacia aquello que agrieta y cuestiona la «normalidad» dominante, aquello capaz de revelar el presente como parte de la «repetición infernal» de lo mismo, ahora con palabras de Benjamin. Jordi Maiso emprende aquí la ardua tarea de investigar la complejidad de la tantas ocasiones simplificada figura de Theodor W. Adorno, dándonos a conocer tanto las potencialidades críticas y transformadoras de su pensamiento como el punto del que parte el mismo: el sufrimiento que atravesó su experiencia bajo el halo sombrío de su tiempo.

Es desde la vida que se sabe dañada, y no a partir de la conciencia que aparta su mirada de los escombros del presente, donde se puede hacer legible la negatividad dominante por medio de la mirada extraña y dislocada que ese daño otorga. Que aflore la posibilidad de que irrumpa lo nuevo sobre el montón de ruinas de la Historia dependerá de que hagamos visible el incesante latido de la negatividad o de si, por lo contrario, permitimos que ésta nos atraviese sigilosamente.