Les nostres recomanacions i propostes

Probablemente, quien empiece a leer las primeras páginas de Viena piense que lo que se propone en la obra de Cockett no añade nada que un lector conocedor de la conformación del mundo moderno no sepa ya con anterioridad. En primer lugar, la cuestión más que evidente que el programa intelectual que se trazó en la Viena de posguerra se expandiría hasta principio del siglo XX por toda Europa y EEUU, gran parte en razón de los movimientos migratorios provocados por la fuga de cerebros intelectuales a razón de la expansión del nazismo. O quizá, el lector no se percate de este hecho y tal y como se enuncia en las primeras páginas de la obra, pueda considerarse que lo que se tomó como herencia del pensamiento estadounidense tras el fin de la segunda guerra mundial tenga mucho que deber a lo que se fraguó en los no tan locos años 20 en la sociedad austromarxista de este periodo. Entonces, podríamos decir que en este nivel el lector comprende algo que se le podría haber escapado desde el principio, y que muchas veces no pensamos al leer un libro de historia: que quien escribe hace no sólo un ejercicio consciente de memoria, sino que elabora también un acto de justicia histórica.
La escritura de Cockett opera con un ingenio y un humor finísimo a la hora de realizar este ajuste de cuentas, sin negar todas las luces y sombras que pudieron dar lugar a este proceso de modernización intelectual. Cockett se esfuerza en rescatar toda la potencia transformadora que tuvo lugar en la instauración de la Viena Roja. El análisis del autor es caleidoscópico, sin dejar de lado dos objetivos fundamentales. Muestra, en primer lugar, el rastro de la potencia de un pensamiento social que empezó a fraguarse en el periodo de entreguerras (que va mucho más allá de la fama que pudo alcanzar el de sobra conocido Círculo de Viena) y que, en cierto modo, resuena en la actualidad. Desde la aparición de los psicoanalistas de segunda generación implicados en la preocupación de la salud mental y sexual, tales como Wilhelm Reich, Anna Freud (quien jugó un papel fundamental en la preocupación de la salud del niño), o Charlotte Bühler (fundadora de toda una escuela de pensamiento de mujeres que incorporaban las nuevas técnicas de la sociología a la psicología, tales como la estadística o la entrevista profunda con el fin de hacerla mucho más pragmática) hasta el rescate de una generación de científicas que muy posiblemente jugasen un papel fundamental en lo que se concibió después como la crisis de las ciencias del siglo XX, tales como Hedy Lamarr (propulsora de las ondas de amplio espectro que daría lugar posteriormente a la integración del Wifi), o Lise Meitner, descubridora de la fisión nuclear.
Las sombras, a las que tampoco renuncia Cockett de señalar, también tienen su lugar: además de mencionar algunas de las consecuencias menos amables de los logros de algunas de las personas mencionadas (por poner algunos ejemplos, el disparatado invento del armario orgiástico de Reich o las terribles consecuencias que tuvo el desarrollo de la energía nuclear de fisión en la elaboración de la primera bomba atómica), Cockett señala un distanciamiento entre lo que fue la configuración de un pensamiento político capaz de dar lugar a las mentes más potentes e influyentes que mantiene su eco en la actualidad, pero a la par, incapaz no solo de parar y frenar la deriva nazi que provocó, en los tres meses posteriores al Anschluss (la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi), la exclusión al completo de la vida de Viena, sino también de promover un socialismo ilustrado que en muchas ocasiones provocaba un resentimiento identitario que no escuchaba las necesidades de una parte de la población más desfavorecida. En definitiva, Cockett muestra que la propia vida vienesa fue el origen y la condición de una potencia de pensamiento radical de izquierdas, pero también fue la fragua del auge mismo del nazismo.
El lector, que quizá ahora ya no se encuentre tan familiarizado con lo que esperaba hallar al principio de la lectura, puede ahora adverit algo más: que aquellas ideas que fraguaron nuestra Europa y el presente actual, pueden llegar a repetirse. Y aunque la historia no actúa siempre dos veces del mismo modo, trae las claves de interpretación que nos ayudan a comprender el presente o, mejor dicho, un futuro próximo que puede traer la posibilidad del porvenir, pero también traer, en su lugar, la posibilidad de un resurgimiento del fascismo que incrédulamente, pareció que nunca iba a tener lugar.