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Cuando Irene Cuevas recordó la presentación de la piedad que Beyoncé mostró en un videoclip, pensó que ahí había un libro y se puso manos a la obra. Esto nos da una idea de lo que es Un momento de ternura y de piedad: algo que parece sencillo y hortera, universal y costumbrista, esperpéntico y cómico, con algunos momentos tiernos y, otros, macabros.

La protagonista de este libro es una asesina profesional que mata ancianitas y, con el sueldo que saca, paga el psiquiátrico donde ha internado a su madre suicida. Son asesinatos por amor, amor a una madre que no quiere vivir y que tampoco la quiere a ella. En cambio, sus clientes son hijos o sobrinos desalmados y sólo ella, la verduga, emplea un poco de cariño o amistad en esos momentos finales de las víctimas.

Esta rutina laboral constituye una tragicomedia de humor (negro) y dolores encubiertos que se complica cuando su siguiente encargo es una madre, muy peculiar, de la que se enamora. Ahí es donde el anhelo de vida y la pulsión de deseo y/o muerte nos pone en vilo y a reflexionar sobre el amor, el amor libre, el paterno-filiado o el amor a la vida. Y en torno a todo, un misterio, o quizás dos, ¿por qué querría un hijo matar a su madre? ¿Por qué otro querría mantenerla con vida?