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Como si de Cecilia Pantoja se tratase, la Loca del Frente, protagonista de esta historia, entona versos una y otra vez de las grandes cantantes del momento. Así, entre coplas y pasodobles, se desenvuelve esta historia, con el Tengo miedo torero de Augusto Algueró por título.

Pedro Lemebel, autor de la novela, escribe una prosa que parece convertirse en verso. La narrativa de Tengo miedo torero es exquisita y delicada, cargada de detalles y oropeles, como si de un traje de luces se tratase. Una brillantez que contrasta con el marco histórico en el que se desenvuelve, ya que la trama se desarrolla alrededor del atentado contra Augusto Pinochet en septiembre de 1986 por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) en el Cajón del Manipo. Se presenta un Chile convulso, marcado por el denominado Milagro de Chile de Pinochet, que trajo auge económico para unos pocos y desigualdad y miseria a otros muchos.

En torno a este contraste Lemebel narra en paralelo la vida de dos parejas y sus círculos más cercanos. La primera de ellas está constituida por la Loca del Frente, un personaje de algo más de cuarenta años que se dedica a bordar manteles para clientas adineradas, y Carlos, un joven militante del FPMR que le pide a la loca utilizar su casa para reuniones clandestinas. Una historia de amor que se ve completada por un pequeño grupo de travestis, amigas de la Loca del Frente, que añoran un pasado mejor con referentes transgresores como Josephine Baker y su Banana dance. Lemebel construye un retrato de la cultura popular del Chile de los años ochenta, que contrasta con la fría relación de la pareja compuesta por Pinochet y Lucía Hiriart, acompañados por Gonzalo Cáceres, personaje de la farándula que trabajó como asesor del dictador.

Una apasionante historia marcada por la disidencia sexual en un contexto histórico-político complejo que, aunque con narrativas muy diferentes, nos rescata del recuerdo obras como Última salida para Brooklyn de Hubert Selby o Lovetown de Michael Witkowski. Historias donde la marginalidad y el glamour se mezclan ofreciendo desgarradores reflejos de la sociedad del momento.