El encargo
El encargo
Escrito con un estilo fluido, descriptivo y raramente distendido, el libro se lee como si de una novela judicial se tratara. Sus descripciones son inmejorables; en dos o tres líneas, y utilizando los adjetivos precisos, consigue retratar a cada uno de los muchos personajes que aparecen en el libro, humanizándolos, dotándolos de vida, más allá de la adscripción ideológica. Narrando desde dentro, como un genuino insider, las estrategias y tensiones de las defensas, los entresijos judiciales, las miserias y deslumbramientos de quienes han tocado poder –sean jueces o políticos–, las dudas y temores de los encausados, Melero construye un relato apasionante, en el que no falta un encomiable tono humanista –al fin y al cabo, todos tienen, equivocadas o no, sus razones– y unas pinceladas de referencias culturales y sentido del humor que ponen la distancia justa con la gravedad de lo que está en juego.