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Angela O’Keeffe ha dado el salto a la narrativa con Azul noche, una novela con una escritura joven y una creatividad desbordante.
Dividida en tres partes, esta obra comienza con un narrador poco convencional, tanto es así que el lector duda durante las primeras páginas hasta identificarlo con claridad. De esta forma, nos encontramos con que el protagonista de esta historia es la obra pictórica Postes azules, del artista americano Jackson Pollock. Un cuadro que nos cuenta en primera persona cómo fue su proceso de creación en el suelo del granero, tal y como acostumbraba Pollock a trabajar, entrando y saliendo de la obra. Desde ese momento de creación con su famosa técnica del dripping, la obra nos va narrando toda su historia alrededor del mundo desde su punto de vista, justo frente al espectador. Con este formato, O’Keeffe consigue salirse del canon prestablecido de analizar la relación del espectador con la obra, aportando una visión completamente nueva.
El resto de la trama queda dividida en otras dos partes con las que se va completando la historia desde otras perspectivas en torno a la obra. De esta forma, la autora aporta una sucesión de hechos y personajes propios de la historia de Pollock con una narrativa dinámica e interesante. Cabe destacar cómo el protagonismo recae sobre mujeres muy importantes para el éxito del artista gracias a sus influencias por su propia carrera artística. Tales como Helen Frankenthaler o Lee Krasner, mujer de Pollock y su defensora y acompañante durante los momentos más complicados con el alcoholismo del artista.
Encontramos en Azul noche una obra original con la que acercarnos al panorama del arte norteamericano a mediados del siglo XX. Recorremos por medio del triunfo del expresionismo abstracto y el action painting la vida de Jackson Pollock, permitiéndonos inmiscuirnos en los entresijos de su taller y su vida personal.