Les nostres recomanacions i propostes

Aunque quizá no convenga estirar el eslogan (por la posible pérdida de la potencia que contiene), quien escribe quiere empezar con la máxima que Gloria Fuertes nos legó en lo que respecta a la construcción del amor: permitirnos ser erotizados por la bondad. A través de ella (quizá, la condición mínima que deberíamos contemplar al enamorarnos) surge una línea discursiva que se opone a toda una tradición histórica en la concepción del deseo: ya no dulce y amargo, ya no una ambivalencia entre ausencia y presencia; asistimos a una nueva posibilidad de entender y concebir el enamoramiento desde la tranquilidad, la quietud, el aprendizaje lento. A esta tradición pertenece Chispitas de carne, el nuevo poemario de Bibiana Collado Cabrera, un texto donde los amantes no se declaran desde la intensidad del grito, sino a través de la vibración tenue que surge como susurro de dos corazones que se saben cercanos. La encarnación a la que se refiere la autora no hace alusión a un conocimiento donde el hambre sea una constante perpetua: la curiosidad del amor nace para ser saciada, pero desde una sedimentación lenta, templada, aquella que solo puede surgir como efecto de la duración en el tiempo, duración que no está ausente de dudas, duelos, miedos e incertidumbres, duración que no obstante ofrece la respuesta con, otra vez, la tranquilidad de saber que el aprendizaje se efectúa a través del recorrido que se realiza temporalmente con el Otro.

Quien escribe recomienda leer el poemario dos veces: una como sorpresa y otra como profunda reflexión. Sorpresa, porque Chispitas de carne es una alabanza a otro tipo de educación sentimental a la que quizá y por desgracia, no estamos acostumbradas. Y reflexión porque tenemos la necesidad de creer en ella e instaurarla en el mundo; de nuevo y otra vez para que las generaciones que están (y aquellas por venir) puedan creer que otra forma de amar es aún posible.