Les nostres recomanacions i propostes

Cuando acudimos a un libro, no sabemos a ciencia cierta qué de importante es el contenido con el que nos vamos a enfrentar y cuál va a ser la magnitud del mismo en el panorama literario. Quien hace cosas con palabras -usando el lenguaje de una forma performativa en el que la palabra es lo que se hace con ella- y quien escribe por, dicho muy parcamente, otros motivos. El objetivo de esta reseña es intentar demostrar que Camila pertenece al primer grupo.
El viaje inútil es una declaración de intenciones que se vertebra en distintos ejes: escritura, memoria y devenir. Cómo es la escritura de un niño en transición, en qué lugar se encuentra las palabras ocultas en los diarios de un adolescente que no puede mostrar su homosexualidad y qué hacer cuando el deseo motiva un tipo de escritura que no puede ser mostrada. Si la escritura oficia como un acto de amor comprometiendo a quien escribe con quien lee y los une en un pacto… ¿qué hacer cuando tu escritura, así como tu identidad, debe ser concebida como un secreto y no puede ser compartida con nadie? El viaje inútil -aquello que está en la cabeza pero no puede ser escrito- es un qué hacer paradójico pero ante todo, esperanzador. No podemos hacer nada con los hechos del mundo, ni siquiera con la narración de los mismos, pero sí podemos crear condiciones de posibilidad en la escritura para transformar el mundo.
Podría decirse que El viaje inútil complementa gran parte del mensaje transmitido en Las Malas: la vida es algo crudo y cruel que solo puede ser asumido a través del refugio. En aquella tomaba forma en la amistad, aquí aparece en la escritura misma. Así, escribir supone una vía de escape y encuentro entre aquellas personas (quienes leen y quienes escriben) que buscan la humanidad en otra parte, allí donde es posible cambiar, transformar la vida. El viaje inútil es un qué hacer comprometido con su causa, coherente con su herencia y visionario del futuro que muchxs soñamos y esperamos sea posible.