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Cuando conocemos a Eileen, una joven veinteañera inmersa en la vibrante pero implacable Nueva York de los años 70, lo primero que descubrimos es su existencia precaria y apasionada: comparte un diminuto apartamento con varias amigas (con algunas de las cuales ha tenido algún que otro affaire), vive al borde de la pobreza con apenas un dólar en el bolsillo, y dedica sus días y noches a escribir poesía. Sin embargo, más allá de la imagen de una joven poeta que lucha por sobrevivir en la gran ciudad, pronto nos damos cuenta de que Eileen es mucho más: una figura emblemática de la contracultura, una voz que encarna el espíritu rebelde y experimental de su tiempo.
Lo que Eileen Myles nos ofrece en Chelsea Girls no es simplemente un relato autobiográfico, sino la visión de un grupo de artistas marginales que intentan encontrar su lugar en una Nueva York inclemente Poetas, pintores y músicos se cruzan en el universo de la autora, todos ellos luchando por definirse y abrirse camino en una ciudad que parece esforzarse en ignorarlos. Alejados de las convenciones sociales, estos personajes no solo rechazan las normas impuestas, sino que también desafían las expectativas en torno a la sexualidad y la expresión de género, creando así una obra llena de miradas que capturan la esencia de la contracultura de su tiempo.
Podríamos decir que Nueva York es uno de los personajes principales de la novela, una ciudad inquieta, marcada por la crisis económica, el auge del movimiento punk, y una bohemia artística que buscaba romper con las normas establecidas. En este contexto, Chelsea Girls emerge como una obra que captura la rebeldía el espíritu experimental de la época, en un momento en que la ciudad era un hervidero de creatividad contracultural. Una rebeldía que nos recuerda a la generación Beat, con la que no cuesta imaginar un cruce de caminos: ¿No habrían sido Diane Di Prima (también publicada en LasAfueras) y Eileen Myles cómplices inseparables en largas noches de juerga? ¿No habría intentado Burroughs convencer a la joven escritora neoyorquina de explorar otras drogas más allá del éxtasis? ¿No habrían luchado codo a codo por los proyectos artísticos de sus compañeros, desafiando las normas establecidas? Cualquier persona amante de la generación beat, debería echarle un vistazo a la generación de Myles.
En definitiva, podríamos decir que Chelsea Girls no solo capturó una época y una comunidad concreta, sino que también dejó una marca imborrable en la literatura contemporánea. La novela es considerada un pilar dentro de la literatura queer, y su enfoque sin adornos sobre la precariedad de la vida bohemia y las luchas identitarias ha inspirado a las nuevas generaciones de escritores y artistas. Hoy en día, Chelsea Girls sigue siendo una obra de referencia, no solo por su contenido, sino por su contribución a una narrativa más inclusiva y diversa dentro del mundo literario.