Les nostres recomanacions i propostes

Ressenya
Francine Prose
Peggy Guggenheim
Per Raquel Ungo
15.12.2020

Tras haber heredado una gran fortuna, y con tan solo 21 años, partió hacia la Europa de entreguerras. De la mano de Duchamp, conoció el arte moderno, se relacionó con los artistas de vanguardia y empezó a dedicar parte de su dinero a dar apoyo a pintores y escultores con la adquisición de sus obras.
Su deseo de provocar y llamar la atención marcó todos los aspectos de su vida pero sobre todo esta afición a escandalizar se vio reflejada en su empeño por mostrar obras de arte innovadoras y chocantes. Quizá ahora, desde nuestro punto de vista, nos parece obvia la importancia de un Kandinsky o un Giacometti pero no lo era tanto entonces, cuando los nazis perseguían lo que denominaban “arte degenerado”. Es significativo como el Museo del Louvre rechaza proteger su colección ante la invasión alemana por considerar que no merecía la pena salvar esas obras demasiado modernas. Es probable que ni siquiera las considerara arte.
Sin embargo, la colección de Peggy fue crucial, no solo para impulsar el surrealismo y el cubismo sino, especialmente, para la creación del expresionimos abstracto. Sus piezas permitieron a los artistas de la Escuela de Nueva York conocer de primera mano los movimientos artísticos que se estaban gestando en Europa. Y estos tuvieron un papel decisivo en el desarrollo de un estilo propiamente estadounidense y en la obra de su máximo exponente: Jackson Pollock, quien acabaría convirtiéndose, en palabras del crítico de arte Clement Greemberg, “en el pintor mas grande que Estados Unidos ha producido”.
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