Dice José María Micó que un gran equívoco se cierne sobre nuestra concepción de los clásicos. Y es que pensamos que estos constituyen la expresión más esencial de la cultura y el pensamiento de su época. Lo cierto es, en cambio, que los clásicos «están ahí porque no se parecen a sus contemporáneos, porque transgredieron las normas, superaron las teorías e hicieron algo que nadie más hizo». Así, Micó nos presenta en este volumen quince ensayos que nos cuentan, justamente, en qué sentido son clásicos Dante, Petrarca, Manrique, Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Quevedo o Rubén Darío, hasta llegar a Borges. Se trata de un recorrido que hace de todos estos autores herederos, en cierto modo, de la
Comedia, «una obra medieval cargada de futuro». La obra de Dante no es más que un paso por cualquier vida humana, una gran representación de nuestras servidumbres y nuestros deseos; hecho que nos hace capaces, aún, de reconocernos en ella. Del mismo modo, también podemos reconocernos en el dolor expresado por Manrique en las
Coplas por la muerte de su padre, gracias a su aparente renuncia a la retórica; o podemos, incluso, llegar a concebir la poesía como un medio para alcanzar la verdad, como nunca antes lo había sido, gracias a los versos de San Juan de la Cruz. A Góngora podemos entenderlo, hasta mejor que en su propia época, porque ya lo hicieron aquellos admiradores suyos de la Generación del 27, quienes vieron en él una sensibilidad plástica sin precedentes en la poesía española; y, finalmente, a Borges podemos valorarlo, aún más que por sus cuentos, por su regreso maduro a la forma clásica del soneto, una estructura que él trató de un modo
absolutamente propio.