Les nostres recomanacions i propostes

Podríamos decir que la metáfora del relámpago que da título al poemario de Luis Arturo Guichard bien podría explicar de manera sintética su propia enseñanza. Tanto la vida como el amor enseñan una enseñanza cuya comprensión, cuando aparece, se efectúa de una sola vez. La obra de Guichard gira en torno a la investigación de lo que fulgura en una vida: por una parte, el encuentro amoroso (no podemos decir qué sucede en el encuentro erótico, incluso ahogándonos en la descripción, ese estallido entre cuerpos siempre aparece en el poema como un inefable), pero también sobre el sentido de la cotidianidad y sobre el motivo de la escritura.

Guichard es apasionado pero sencillo, y en un solo verso ejecuta el propósito de su poema: «esto que tenemos es anterior a la gramática […] y este libro también es una pérdida de tiempo. Pero está escrito en un buen papel y eso lo hace arder». El relámpago es el proceso, la enseñanza, el camino, puede ser descrito cual fiel taxidermista. Pero aunque llenemos la escritura de mil matices para abarcar la comprensión de lo que centellea, la enseñanza del poema-vida-relámpago es que la lección siempre va por delante de nosotros mismos, incluso del proceso mismo de escritura. Así, el relámpago-poema es «el temblor de la vida puesta de pronto frente a sí misma», aquello que se pretende atrapar a través de la escritura, cuando en realidad el mismo poema es captado dos veces por la propia vida que fulgura a través de él.