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Ressenya
Mariana Travacio
Como si existiese el perdón
«"[…] a los fantasmas hay que pelearlos de entrada, Tanito, porque sino se afianzan, sabés?, y se acaban instalando y no se van más."»
Per Autor convidat / Autor invitado
14.2.2020
(Como si existiese el perdón, Mariana Travacio, p. 56, Las afueras, 2020)
Como si existiese el perdón de Mariana Travacio es quizás, uno de los emblemas más brillantes de esta idea. La autora argentina escribe un libro que literalmente condensa esa idea de obra formidable en una esencia que impregna todo lo que le rodea, inevitablemente, “como el alcohol que hierve bajo una manta.”
Si los dos gauchos protagonistas de la historia pudieran ver las incertidumbres que constituyen este universo de partículas y compuesto por fantasmas diáfanos, descubrirían una desintegración completa: una triste necedad de alguien que está muerto por dentro y que ya no lleva nada consigo. Como los propios personajes, que se mueven torpes y lentos en un universo hecho de sombras y reverberaciones distantes.
Como si existiese el perdón es una roca inamovible en medio del desierto: las palabras que compone Travacio parecen talladas en la piedra con la aspereza y el destello inquietante que se derivan de ella. Cada frase es la simple consecuencia lógica del período anterior: esta ingeniosa concatenación de pequeños giros sirve a la autora como cruce entre los diversos pequeños capítulos y como estratagema creativa para mantener la atención y la curiosidad del lector en picos muy altos.
De hecho, además del estilo excepcional de Travacio, se debe mencionar la especial atención que presta a los detalles. Del mismo modo que miles de millones de granos de arena fundan este inmenso y esquivo desierto, Como si existiese el perdón va cristalizando fragmento a fragmento, con un trabajo en apariencia intangible y etéreo:
“A mí me agarró del brazo, satisfecha, sin dejar de zamarrearlo, y de sonreírme. Después lo miró al Tano, sin atreverse a tocarlo. Acaso le diera miedo que el Tano se deshilachara como se deshilachan los sueños cuando llega la mañana. El Tano seguía duro, mirándola. Ella se acercó, le agarró las dos manos y se las apretó con fuerza. Después las soltó y las manos le quedaron al Tano un poco huérfanas, un rato en el aire, hasta que volvieron a su lugar.”
(Como si existiese el perdón, Mariana Travacio, p. 69-70, las afueras, 2020)
Aquí leemos una escena que, analizada bajo un microscopio, la componen ciertos impulsos que devienen primero movimientos, luego gestos y finalmente acciones. ¿Y después? Después, la incertidumbre que se impone como un presagio fantasmal de nuestras existencias sin sentido aparente. Y cada detalle adquiere un valor primordial, hecho de instintos ancestrales que agotan en si mismos su razón de ser. Como si existiese el perdón contiene docenas de detalles similares, hechos de sensaciones, cosas no dichas; jadeos que chocan contra una tierra que absorbe en un breve pánico la sangre, las mismas lágrimas, las pocas palabras polvorientas que aún quedan. La tierra que absorbe los fantasmas y las sombras del desierto. La tierra, y nada más.
Mattia Lo Presti