Les nostres recomanacions i propostes

Todas hemos sufrido violencia sistemática y/o patriarcal, y por eso –y muchas otras cosas que difícilmente entenderéis si no pertenecéis a un colectivo minoritario (llámalo mujer, llámalo LGTBIQ+, llámalo migrante…)- todas hemos querido ver rodar cabezas y arrancar tentáculos de este sistema fálico que no deja de explotar, maltratar, empobrecer, torturar y oprimir. También debe ser por eso que es muy fácil conectar y devorar Taller de chapa y pintura: porque empatizas y piensas que lo que hacen Ale, Ámbar y Anita, las protagonistas de esta novela, es también lo que tú hubieras querido hacer al tío que te silbó por la calle, o al chico que se te acercó demasiado en el metro, o al chaval que no paro cuando claramente, aunque tu boca no pronunciara él no, el lenguaje no verbal de tu cuerpo lo rechazaba. Responder a la violencia con más violencia, responder a la violencia con organización, responder a la violencia con acciones directas. Eso que todas hemos pensado tantas veces en hacer es lo que plantean las Mestizorras, el nombre que se han puesto Camalia Amal y La Mississippi, las autoras de esta novela editada por la editorial independiente Barrett, que transita entre la realidad más cercana y la ficción más utópica.
Una peculiaridad del libro es que contiene algunas páginas negras. En ellas encontramos, a modo de collage, titulares periodísticos reales sobre casos de violación y abuso. O testimonios de gente cercana al agresor que nos hacen creer que estamos asistiendo a algún tipo de interrogatorio policial. Y aquí es donde se crea un juego narrativo muy interesante, porque el contenido de las páginas negras se liga con la historia coral que rezan las páginas blancas y realidad y ficción se mezclan, haciéndonos poner en tela de juicio todo lo que vamos leyendo. ¿Es verdad que lo quemaron? ¿Es verdad que violó a su nieta? ¿Es verdad que le pegaron una paliza? ¿Es verdad que se suicidó su hermana? ¿Es real el perfil del Tinder del abusador y las fiestas que organizaba? Lo concreto habla en nombre de lo universal para plantearnos realidades alternativas. Esto, junto con el tono ensayístico de algunos episodios y el tono político y reivindicativo que atraviesa la narrativa, hace que sea difícil asediar esta obra en un género.
Con la cubierta engalanada por una obra de la artista Bell Fullana, y muchas ganas de herir masculinidades frágiles, Taller de chapa y pintura se aleja de lo políticamente correcto para empoderarnos y recordarnos que estamos juntas en esto.