Si identificamos a Bambi, el cervatillo universalmente conocido, como la imagen que identifica la infancia, la muerte de Bambi supone el final abrupto de esa infancia, el adentrase en los terrenos movedizos de la adolescencia y pasar acto seguido a una idealizada edad adulta, que en muchos casos no es lo que se esperaba. O al menos así sucede en el caso de los personajes de la novela escrita en sueco de la autora finlandesa Monika Fagerholm,
¿Quién mató a Bambi? Las escenas se desarrollan de forma simultánea dentro y fuera de un tiempo determinado; como si la narradora marcara el ritmo narrativo con una mezcla de secuencias de atemporalidad-eternidad. Con una prosa envolvente y musical, Fagerholm nos va ofreciendo pequeñas dosis de un relato que paulatinamente va dando forma a unos personajes y a una historia que todos creían silenciada en la difícil época del final de la adolescencia. La aparente vida despreocupada y cómoda en la ciudad de las villas, una zona residencial para nuevos ricos de un país que podría ser cualquier nación occidental, no deja resquicio para la debilidad, la vulnerabilidad y el miedo. Aunque en muchas ocasiones los sentimientos se imponen a los mandatos sociales; incluso de forma inevitable.