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La filosofía creyó que los humanos pensaban y las cosas no. Recientemente, la tecnología ha puesto esta idea en duda: parece que las máquinas, que pertenecerían al mundo de las cosas, también pueden pensar. Ahora bien, para filósofas como N. Katherine Hayles esta constatación es una gran oportunidad para enriquecer nuestra concepción sobre qué significa pensar y hasta qué punto la cognición y la conciencia van o no de la mano.

Estas preguntas, la filosofía en los caminos de la cibernética y le permiten postular a Hayles una ecología cognitiva planetaria que estaría compuesta por seres humanos, tecnologías o materialidades. Que la autora haga múltiples referencias a la ciencia ficción no es ninguna sorpresa. Imaginarse el planeta como sujeto que produce cogniciones no conscientes es digno de Ursula K. Le Guin. Pero Hayles considera que esta es nuestra cotidianidad cada cuando al descolgar el teléfono activamos todo un circuito compuesto por satélites, minerales raros y voces humanas cifradas. Recorriendo a la literatura, al trading o al uso de drones autónomos es precisamente esto a lo que Hayles apunta: no es ciencia ficción, es una concepción más integral de la cognición.