De un día para otro apareció un agujero negro en mitad de España que se alimentó (y continúa en ello) de poblaciones y culturas, y que a su paso solo deja silencio y vacío. El agujero negro ocupa 65,825 kilómetros y se extiende por algunas partes de las provincias de Guadalajara, Teruel, La Rioja, Burgos, Valencia, Cuenca, Zaragoza, Soria, Segovia y Castelló. Para hacernos a la idea del tamaño, juntas, supondrían la tercera comunidad autónoma más grande del Estado, duplicando en tamaño a Cataluña. Y es ahí donde sobreviven
Los últimos, nuestros indios, que el periodista Paco Cerdà se propone rescatar del silencio. La falta de un relato sobre la despoblación favoreció el «genocidio silencioso» y la naturalización del fenómeno. Frente a lo natural, nos queda la resignación, pero en la política encontramos alternativas. La conocida como «Laponia española» contaría con todos los ingredientes para ser catalogada como Región Escasamente Poblada, beneficiarse de todas las ayudas de los programas europeos contra la despoblación, de los que sí disfrutan los lapones del norte. Pero debido a las demarcaciones administrativas, ninguna comunidad autónoma como tal puede beneficiarse del programa, puesto que por separado no reúnen las características. La solución para el profesor Burillo está en crear una super región, que denomina Serranía Celtibérica, que aglutina la zona de montaña y rural, para así poder empezar a combatir la despoblación de manera efectiva.
Cerdà recorre los caminos y pueblos de esta España agonizante, pero no condenada puesto que todavía queda tiempo para la épica. Una de las señales de que hay esperanza, la encontramos en los neorrurales: Quijotes del siglo XXI que, hartos del asfalto, decidieron volver al pueblo de sus padres. Cristophe y Virginia son dos ejemplos. Ambos, abandonaron la ciudad para unirse a la resistencia rural desde su castillo en Maderuelo. En palabras de Moisés, monje de Silos: emergerá una nueva Castilla.
Miguel Fernández