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El coleccionismo es una forma de expresión de la propia personalidad y en el caso de Peggy Guggenheim no podía ser más que excéntrica, como lo fue ella y como fue su vida. Compradora compulsiva, en las semanas previas a la toma de París por los nazis se propuso adquirir  “un cuadro por día” visitando a todos los artistas que aterrados ante la inminente catástrofe se desprendían de su trabajo para sobrellevar el desastre. Creó así el germen de su magnífica colección. Tras el estallido de la Segunda Guerra mundial empaquetó sus cuadros y se los llevó a Nueva York donde inauguró la galería Art of this Century. Allí mostró la obra de los artistas europeos y bajo su influencia se gestó el primer movimiento artístico propiamente norteamericano, el expresionismo abstracto. Finalmente Peggy volvió a Europa para establecerse definitivamente en Venecia, ciudad que adoraba y donde pasó sus últimos años. Encontró en el palazzo Venier dei Leoni el hogar definitivo para su colección donde permanece desde entonces y donde se puede contemplar actualmente.
 
Sus memorias son un recorrido por la vida cotidiana de los artistas que conoció. Escritas con mucho sentido del humor y bajo una mirada propia y subjetiva muestran las manías y debilidades de los artistas y la opinión que Peggy tenía de cada uno de ellos. A pesar de su mirada parcial sus escritos son un testimonio único de una mujer que tuvo el privilegio de frecuentar y compartir su vida, tanto privada como profesional, con algunas de las figuras mas relevantes del panorama artístico del siglo XX.