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La aterradora figura del hombre lobo, tan presente todavía hoy en el cine y en la ficción literaria de género fantástico, nació en la Antigüedad como una rama más del frondoso árbol que es el mito del hombre salvaje. Este tenía una función pública muy clara y específica: a través de un juego de oposición, pretendía delimitar y configurar lo que pertenecía al terreno de lo civilizado y lo que no. El hombre lobo comparte con el sátiro, el fauno o el silvano la mayor parte de sus características. Sin embargo, existe una que lo hace único y, por ello, objeto de especial interés antropológico: la metamorfosis.
 
Este ensayo de Roger Bartra es, en realidad, un extenso apéndice de su libro El mito del salvaje, publicado en México en 2021. No es esto algo que reste valor a la edición de Anagrama, más bien al contrario. Otorga al mito del hombre lobo la entidad propia que merece, porque, como explica Bartra, estamos ante uno de las pocas leyendas que, a pesar de las lógicas transformaciones que ha sufrido con el paso del tiempo, sigue vigente a día de hoy. Y esto, en una sociedad que ha devaluado por completo la imaginación como método de conocimiento, es de un valor reseñable.