Pueblos de colonización II. Guadiana y Tajo

Al observar la realidad desde el aire, se descubren tejidos y estructuras del territorio que el ojo humano, desde su altura habitual, no puede ver ni reconocer. Las geometrías que componen los campos cultivados, las infraestructuras para el riego o los trazados de los caminos conforman ese paisaje antropogeográfico, resultado de la interacción entre el entorno y la intervención humana, que se solapa sobre nuestra percepción de la naturaleza. A través de la operación de colonización, se apostó, como es el caso del llamado Plan Badajoz, por la ocupación del territorio en aquellas zonas del país más agrarias, rurales y remotas. El resultado es una nueva y reconocible estructura espacial en la que la arquitectura se convierte en una abstracción del paisaje. Ofrecida al colono que lo cultiva y, hoy en día, al viajero que la visita, esa arquitectura se propone como referencia en el territorio y como nueva lectura del paisaje contemporáneo.