El arte como expiación


El arte como expiación

Una máscara cambiante se ha ido adaptando a cada época y lugar para disimular la necesidad vicaria de proyectar las frustaciones colectivas en un tercero, en un chivo espiatorio. En las sociedades laicas, esta vía de escape se desliza en ocasiones hacia el terreno del arte, asumiendo los artistas el papel de evangelistas, narradores de mitos y oficiantes de rituales, o bien, encarnándose en los propios herejes, penitentes o desheredados.