Las leyes de la ascensión
Las leyes de la ascensión
Puro presente, esta deslumbrante novela coral es sutil, elegante y a veces melancólica, y nos acerca a unas existencias llenas de aspiraciones, debilidades, anhelos, excesos, sueños e incertidumbres ante el futuro... De un modo u otro, todos los protagonistas se rebelan, y lo hacen movidos por una gran empatía, una gran humanidad: no en vano, este libro está dedicado al amor; no al amor de pareja —o no sólo—, sino al amor en su sentido más amplio: al mundo, al prójimo, a una ciudad, a la tierra, a uno mismo.
«Sabemos pocas cosas, pero que debemos atenernos a lo difícil es una certeza que no ha de abandonarnos». Cuando Sélène Bey, uno de los personajes de esta novela, lee esta cita de Rilke, supone para ella una revelación que inscribe en la categoría de las verdades indiscutibles. Sin duda lo es también para Céline Curiol, quien en esta portentosa obra ha tenido la audacia de cartografiar nuestro mundo, nuestras vivencias, toda nuestra humanidad demasiado humana. En un tiempo en el que nadie escucha y nadie tiene tiempo, Curiol demuestra su apabullante virtuosismo para captar cada uno de los matices de las vidas más dispares. Escrita en estado de gracia, «Las leyes de la ascensión» es un retrato magistral de la búsqueda mediante la cual todos, aun perdidos y resistiendo a los embates de un sistema malogrado, tratamos de alzarnos más vivos y esperanzados que nunca. Una auténtica proeza, la más brillante instantánea de la Francia contemporánea y, por extensión, de la Europa convulsa de nuestro tiempo.