Memoria menor

Maga habla con su hermano José Luis, evoca el poco tiempo que vivieron juntos y le cuenta su vida en el pueblo, hasta que salió de allí a los diez años en busca de otros horizontes. Así puede resumirse la memoria menor de una infancia sin historia. No es una narración de hechos singulares, sino más bien la muestra de una vida en cierto modo sosegada, aunque no exenta de quebrantos y afortunada en muchos sentidos. Como una vida cualquiera, como tantas. El poeta Rilke dijo que el paraíso perdido es la infancia. No la recuerdo como ningún paraíso, tampoco como un infierno, tampoco como un limbo, pero sí con la certeza de que deja una huella imborrable. Otro poeta español, Martínez Sarrión, comenta: ...me quedó la idea de que todo lo importante ocurre hasta los diez años; es el tiempo en que se dan las epifanías que te marcan. Maga va recordando, pero sin rigores cronológicos. La memoria se pierde en el calendario. Las fechas se cruzan, se entreveran, pero pervive el argumento, el residuo de lo vivido en tiempo niño. ¿De dónde somos? Somos de nuestra infancia, dijo Saint-Exupéry. Cada uno puede dar su versión de un suceso. Varias personas que han vivido lo mismo, no lo suelen recordar del mismo modo. Y menos aún si han pasado décadas. Todas poseen su verdad y quizá ninguna sea absolutamente cierta. Como escribe García Márquez al principio de sus memorias, la vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla.