Cadáveres exquisitos

Cadáveres exquisitos
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Esta obra no pasará a la historia por sus virtudes literarias (más bien escasas pese al ímprobo esfuerzo de Ezequiel Martínez), sino por sus cualidades morbosas. Dicho de otro modo, esta obra pasará a la historia de la literatura enfermiza. Su autor ejerció la medicina forense en el condado de Los Ángeles entre 1961 y 1982, un período rico para él en muertos insignes y muertes enigmáticas, sobre todo si consideramos que su jurisdicción incluía Hollywood, Beverly Hills y otros barrios no menos tormentosos. Lo cierto es que las delicadas manos del doctor Noguchi pudieron palpar vísceras tan entrañables como las de Marilyn Monroe o Natalie Wood y entrañas tan viscerales como las de John Belushi o Janis Joplin.
También es cierto que el eminente galeno adoraba las ruedas de prensa con sus flashes y sus pompas, pequeña flaqueza que condujo primero a sonadas polémicas y después a su destitución fulminante (por bocazas según el mando, por inquina racista según el interfecto). Sea como fuere, el ilustre patólogo tomó entonces la sabia decisión de seguir hablando y escribiendo por los codos, patología que hoy ponemos al alcance del lector en el mejor castellano posible.
¿Se cepillaron a Marilyn para encubrir sus amoríos con Robert Kennedy? ¿Intervino un segundo pistolero en el asesinato de éste? ¿Qué hacía Robert Wagner mientras su encantadora esposa se ahogaba en las aguas del Pacífico vistiendo un camisón de franela? ¿Estaba William Holden borracho como una cuba cuando se partió la crisma? ¿Quién acompañaba a Janis Joplin el día del chute final? ¿Qué depravaciones reventaron a John Belushi? ¿Cómo se explica el feroz ensañamiento de Charles Manson y sus acólitos? Lean, lean… Thomas T. Noguchi, el «forense de la estrellas» (1927), estudió patología anatómica en la Universidad de Tokio antes de emigrar a Estados Unidos, donde completó su formación a mediados de los años cincuenta. En 1961 empezó a trabajar como médico forense para el condado de Los Ángeles y en 1967 alcanzó la jefatura del departamento, cargo que conservaría hasta 1982. Durante esos años se hizo célebre por sus polémicas declaraciones en torno a los casos más sensacionales que llegaban hasta la mesa de disección. En 1987 publicó este libro de recuerdos y revanchas.