Todo el odio que tenía dentro
Todo el odio que tenía dentro
Durante seis años de intenso trabajo, consultando prensa, informes policiales y entrevistando a los últimos supervivientes, Servando Rocha marcha en busca de Famoso Dongil, nuestro Muhammad Ali, que salía a pelear con un poncho de los Tupamaros y se creía intocable, o de Manolo Pelayo, el primer rocker de nuestro país al frente de los Diablos Negros —los ídolos del extrarradio—, a quien encuentra cantando para turistas en un piano bar. Conoce a toda una generación con un pie en la tumba y que jamás ha contado esta historia, como el escurridizo Mariano Revilla, número 2 de los Ojos Negros, con dos metros de cicatrices cubriendo su cuerpo. Sigue las andanzas por Rusia del divisionario Dionisio Ridruejo o de refugiados nazis que fundan revistas izquierdistas, falangistas amantes del pop y mercenarios de las OAS francesas abriendo templos de La Movida. Traza, por vez primera, un mapa de todas las bandas callejeras que se disputaban a sangre y fuego cada calle de la capital: Comilleros, Chonis, El Triángulo, Látigos, Ratón Blanco, Deans, Campanos, Nazis, Cascabeles, Vikingos, y hasta pandillas de chicas armadas, todos ellos machacados una y otra vez por los Ojos Negros, reyes absolutos de la urbe y del disturbio, y también durante un tiempo managers no oficiales de Camilo Sesto. Mientras todo esto sucede, los sótanos de la siniestra Dirección General de Seguridad se llenan de ye-yés de la periferia, Billy el Niño tortura a Dum Dum Pacheco y hasta la banda de El Lute se enfrenta a tiros con los Ojos Negros.
Todo el odio que tenía dentro no es solamente la vida de un personaje excesivo como Dum Dum Pacheco, sino de una ciudad como Madrid, en la que se narra la creación del extrarradio y la estrategia del franquismo para convertir a los obreros en propietarios y controlar a ese suburbio siempre bajo sospecha. Esta es la historia jamás contada de la España brutalista, desde la posguerra y el franquismo hasta la llegada de la democracia, una magistral obra de no ficción narrativa que se lee como una novela río y donde acompañamos al autor en este descenso a los infiernos, compartiendo cada uno de sus descubrimientos: Me disponía a entrar en un lugar inhóspito, peligroso —escribe—. Un fangal, una otra España brutal y desconocida. Hasta allí fui, con linterna y bajando peldaño a peldaño. Y temblé.