Res com un bon llibre

Vértigo. Deseo de caer

Vértigo. Deseo de caer

Vértigo. Deseo de caer

Editorial: Shangrila

Pàgines: 380

Any: 2010

EAN: 9788412412819

26,00 €

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Hay un gesto de amar sobre un hilo, a conciencia, lo que nos destruye. De ir, a sabiendas, hacia el daño, hacia nuestra capacidad de infligirnos e infligir daño. De hacer todo aquello de lo que intenta alejarnos del sentido común y el psicoanálisis. Podríamos llamarlo “pulsión tánica”, “conducta autodestructiva”, “masoquismo”… pero no es exactamente eso. O es eso y algo más. Es también un acto de soberanía. Una pasión, que es por definición inevitable. Un “mal” amor. Un vértigo. El vértigo no es el miedo a caer, es el deseo de hacerlo. En ese gesto se pone todo, como quien apuesta al pleno en un casino. No hay ligereza ni frivolidad, tampoco levedad, esa cualidad a veces tan necesaria. No hay culpa ni redención. No hay noción de límite. Sobre todo, no se puede parar. Es como una adicción. Pagamos por la droga, lo que sea. Hay humillación, pérdida de la dignidad, degradación, pero no hay dobleces, segundas intenciones ni mezquindades. El conductor suicida sabe que en su pasión-fetiche se le va la vida. Es un gesto que, literalmente, no tiene precio, porque daríamos lo que fuera por ejecutarlo y lo ejecutaremos, aunque nos cueste todo. El hilo es “el monstruo en mí”. Yo le doy de comer y dejo que me coma. Es el veneno en el cáliz. Y uno lo sabe y dice, con Vallejo, “aparta de mí este cáliz”. Pero la sed de ese cáliz es insoportable. En el doble sentido de que no puede soportarse y tampoco se puede ponerle fin. Lo que uno dice bien podría estar dirigido a Dios. “Dios, aparta de mí este cáliz”. Pero sin saber muy bien dónde está Dios, o con la convicción de que nunca estuvo. Es un acto religioso. Incluso en el sentido de hacer una religión de nuestro “mal” amor, hasta el último día. Cuando el personaje de Irons se proyecta en el rostro de Binoche en Herida, está ofrendando todo lo que tiene, todo lo que le queda, al primer plano de un rostro que es su altar, su hostia y su comunión. El título original de la novela, y de la película en inglés, es Damage. Su traducción es “Daño”. La palabra “Daño” está muy cerca de la palabra “Dios”. Hay una especie de belleza enferma en lo que nos lastima. Nuestra Venecia, radiante aunque, y porque, sus cimientos están podridos. Hipnótica porque cada día se hunde un poco más. Es una belleza muy próxima a la del espanto, o a la del crimen.
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