Res com un bon llibre

Nunca debimos empezar por ahí. Pliegos de teatro y danza, 54

Nunca debimos empezar por ahí. Pliegos de teatro y danza, 54

Nunca debimos empezar por ahí. Pliegos de teatro y danza, 54

Editorial: Aflera Producciones, S.L

EAN: 9788496523579

6,16 €

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Elisa siempre llora en el restaurante ruso. No sabemos si llora en todos los restaurantes rusos. Pero en el restaurante ruso que está en la Plaza de la Paja siempre lo hace. Es lo que nos explicó cuando comíamos allí y al final de la comida, mientras hablábamos de la infancia de nuestros padres, rompía a llorar y mientras lo hacía nos contaba que la primera vez que estuvo, ante lo cual dedujimos que esa vez era la segunda, también lloró. Y en esa primera vez, recordaba con voz entrecortada, lo hacía sin motivo aparente. Quizás la camarera rusa, la música rusa, la tristeza rusa, la comida rusa, el vodka ruso... No sabemos. Y es que las personas vamos siempre cargadas con nuestro llanto allí donde estemos. Tratamos de no usarlo. Como si hacerlo fuera el último recurso. Como si llorar fuera la prueba de que no hay nada que hacer con el asunto. Como si llorar fuera la muestra palpable de nuestra impotencia. Y puede que ciertamente así sea. Y lo que me pregunto es que por qué no lo hacemos más. Lo de llorar, quiero decir. No queremos mostrar nuestra impotencia. Es difícil mirar a alguien que llora sin hacerlo tú también. Y me vienen a la cabeza las imágenes de la tele en que aparecen esas mujeres llorando de desesperación porque han perdido algún hijo, en cualquiera de esas guerras interminables que cuidamos con tanto esmero para que no acaben. No puedo... es difícil mantener la mirada, es difícil no llorar con ellas. Y es que se me ocurren muchas razones para echarnos a llorar y no parar. Y se me ocurre que podíamos quedar todos a alguna hora concreta y echarnos a llorar, no de impotencia, sino de rabia. Y llorar y llorar y no parar de hacerlo. No sé cuántos litros de llanto puede generar una persona (lo miraré en Internet), pero lo suyo sería gastarlos todos. Todos a la vez. Llorar hasta deshidratarnos.
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